martes, 9 de agosto de 2016

Los niños campeones de la periferia de Río




Coronados en laureles, los atletas escalan el podio para recibir con incredulidad sus medallas bajo una lluvia de papel picado, al son del himno brasileño. Pero no estamos en un estadio olímpico, sino en la periferia de Río, donde un hombre hace realidad el sueño de muchos niños de su barrio.

Ese hombre se llama Jarbas Meneghini y tiene 47 años. En su juventud quiso ser jugador de fútbol profesional, pero nunca lo logró. Se hizo mecánico, y dedicó su vida a rendir homenaje al deporte.

Su casa en Campo Grande, un gigantesco barrio popular del oeste de Río de Janeiro, a 40 km del centro, es una suerte de museo de la Copa del Mundo y de los Juegos Olímpicos.

(Foto: www.late.com.bo)

La bandera olímpica y las de varios países ondean al viento. Los aros olímpicos brillan en la puerta del garaje. La vitrina construida en el muro exterior ostenta pequeños trofeos de varios deportes y coloridas estatuillas del Cristo Redentor. Adentro, una habitación entera guarda decenas de trofeos y medallas confeccionados por Jarbas, fotografías suyas con leyendas del fútbol como Neymar, Pelé y Romario, y souvenirs de campeonatos de todo tipo.

Pequeños atletas

Cada domingo desde hace un mes, los niños del barrio llegan aquí a correr en la improvisada pista de atletismo construida en el patio, a jugar en la destartalada mesa de ping-pong de la vereda, a correr por la calle con antorchas olímpicas construidas en PVC por el propio Jarbas, o a bailar hula-hula con los aros olímpicos.

También escuchan sus cuentos sobre la historia de los Juegos, o sobre cómo ha conseguido entregar a más 50 jugadores de la selección brasileña una réplica de tamaño real del trofeo de la Copa del Mundo hecha por él mismo.

Las actividades proseguirán durante todos los Juegos Olímpicos y Paralímpicos.

(Foto: twicopy.org)

"El deporte tiene reglas, y eso ayuda a los niños, tener reglas en la vida profesional. Hay un horario para llegar, un horario para salir, el deporte educa", dice a la AFP este hombre afable, que se emociona hasta las lágrimas recordando sus encuentros con deportistas famosos.

Cuando se enteró que Río de Janeiro sería la sede de los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica, Jarbas se lanzó a crear una réplica de la antorcha olímpica, y los niños fueron pidiendo más y más.

Terminó hasta construyendo un bonito podio con cajones de verdura, y tras las actividades deportivas, los niños reciben réplicas de las medallas y agitan ramos de flores artificiales en una ceremonia cuidadosamente orquestada.

Los Juegos, caros y lejos

Para muchos de estos niños, que nunca en su vida han pisado las veredas de las famosas playas de Copacabana o Ipanema y cuyos padres no tienen recursos para comprar una entrada para una competición olímpica, esto es lo más cerca que estarán en sus vidas de los Juegos Olímpicos.

"He hecho todo prácticamente solo, con mucho placer. Mi madre me ayuda a coser las banderas de los países, y mi esposa y mi hija me ayudan también. No hay apoyo del gobierno a la población carente de la zona oeste como Campo Grande", cuenta Jarbas, que paga todo de su propio bolsillo.

En la periferia de Río "no habrá legado", lamenta.

"El gobierno se concentró en hacer solo esos centros deportivos olímpicos en Barra da Tijuca o Deodoro y se olvidó de la comunidad carente. Es algo muy triste. Lo único que resta es la fuerza del pueblo, de personas apasionadas como yo para educar a los niños a través del deporte", asegura.

(Foto: hoy.com.do)

Los Juegos han quedado lejos de los cientos de favelas de Río, donde vive casi un tercio de la población de esta ciudad de seis millones de habitantes. No hay actividades organizadas allí por las autoridades olímpicas, y muchos de sus habitantes se sienten excluidos de la mayor celebración deportiva mundial.

Cuando Brasil atraviesa su peor recesión en casi un siglo y una profunda crisis política, no son pocos los cariocas que preguntan por qué el dinero invertido en los Juegos no fue gastado en mejorar la educación o la salud pública, de pésima calidad. Jarbas no asistirá en vivo y en directo a ninguna competencia olímpica, aunque está viendo muchas por televisión. "Los billetes son caros, y es lejos", dice. (09/08/2016)

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