lunes, 1 de agosto de 2016

Los Juegos Olímpicos en la cidade maravilhosa

Han tenido que pasar 120 años para que los Juegos Olímpicos, restaurados en 1896 por el barón Pierre de Coubertin entre miradas escépticas y convertidos hoy en la primera fiesta universal, hagan su primera parada en Sudamérica, donde Río de Janeiro actuará de anfitrión desde el próximo viernes.

Brasil recibe los Juegos de Río-2016 sumido en la peor recesión económica en décadas y en una crisis política que derivó en la suspensión de la presidenta Dilma Rousseff, que conocerá el veredicto final del Senado pocos días después del evento. Ni Rousseff ni su antecesor y gran impulsor de la candidatura olímpica, Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), estarán en la inauguración del 5 de agosto en el Maracaná.

Sudamérica se incorpora al mapa olímpico con unos Juegos que poco tendrán que ver con sus predecesores, los de Pekín 2008 y Londres 2012. Para empezar, la fisonomía de Río de Janeiro impondrá su ley y obligará a repartir los estadios por cuatro zonas, distantes entre sí: Barra, Deodoro, Maracaná y Copacabana.

El Parque Olímpico estará en Barra de Tijuca, pero por primera vez desde Atlanta’96 sus instalaciones no incluyen el estadio más importante, el Olímpico de atletismo, que está próximo a Maracaná, donde a su vez se celebrarán las ceremonias de apertura y clausura.

A la lista de míticos escenarios mundiales que ya han sido olímpicos, como el río Sena, la Gran Muralla o la hierba de Wimbledon, se unirán este verano el propio Maracaná, la playa de Copacabana (voley) o el Sambódromo (tiro con arco y llegada del maratón).

El golf y el rugby a siete son las novedades en el programa deportivo de los Juegos de Río (5-21 de agosto), que reunirán a más de 10.000 deportistas. Usain Bolt, Michael Phelps, Kobe Bryant o Roger Federer pueden vivir en la ciudad brasileña su última experiencia olímpica.

No hay confianza

Las dificultades que han marcado la preparación para los primeros Juegos en Sudamérica, en un país que presta poca atención a otras disciplinas que no sea el fútbol, han hecho que la mayoría de los brasileños, un 59% que fue encuestado, priorice el éxito organizativo al deportivo.

Una buena posición de los anfitriones en el medallero, por la que competirá la mayor delegación de atletas brasileños de su historia (465), sólo es considerada como lo más relevante por el 31% de los brasileños.

Un clima muy distante del que se vivía días antes de la Copa del Mundo, cuando todo el país soñaba con ganar el sexto título mundial en casa, y un 51% de los encuestados estimaba más importante el triunfo deportivo, frente al 24% que priorizaba lo organizativo.

Todos esperan que Río no solo sea el lugar donde 10.500 atletas buscarán alcanzar la gloria, sino que sea el punto de encuentro en el que una tregua olímpica le permita a la sociedad reponerse de la adversidad y dar una mejor cara ante el medio millón de turistas que asistirá a las pruebas.

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