lunes, 9 de marzo de 2015

Río, contrarreloj para los Juegos

Los organizadores de Río 2016 elucubraron en días pasados sobre qué evento organizar para calentar el ambiente preolímpico, el próximo mes de abril, cuando queden solo 500 días para la inauguración de los primeros Juegos Olímpicos celebrados en Latinoamérica.

La atmósfera es muy diferente a la de hace un año, hasta el punto que el vicepresidente del Comité Olímpico Internacional, John Coates (aquel que hace un año habló dramáticamente de los “peores” preparativos de la historia), se refirió durante su visita en la cidade maravilhosa, “al gran progreso” logrado por el Comité Organizador.

Hay retrasos en las obras, aunque existe unanimidad acerca de que las instalaciones se acabarán a tiempo. La inseguridad ciudadana continúa, pero Río ya demostró en la Copa del Mundo que sabe cómo blindarse para no estropear una buena fiesta. En realidad, no se habla mucho de los Juegos en Río de Janeiro; hay más bien preocupación.

Río va a gastar 12.000 millones de euros en los Juegos, una cantidad que las autoridades defienden como una inversión transformadora del legado urbano, pero que genera fuertes críticas en movimientos sociales a medida que el país coquetea peligrosamente con la recesión y el Gobierno efectúa un urgente ajuste fiscal, incumpliendo sus promesas electorales.

La segunda gran demostración de prestigio nacional (tras la organización del Mundial) encuentra un país psicológicamente desgastado y polarizado por las últimas elecciones, muy diferente al gigante eufórico que arrebató en 2009 la candidatura a Madrid a hombros de su entonces presidente, Lula da Silva. Ambas marcas, la de Lula y la de Brasil, han perdido fuste ante el implacable avance de la Operación Lava Jato, que ha desmontado una trama gigantesca de corrupción en el seno de la mayor empresa pública de Latinoamérica, Petrobras, hoy la petrolera más endeudada del mundo, y acecha peligrosamente al Partido de los Trabajadores.

Aunque pocos mencionan el asunto, la onda expansiva de la Lava Jato alcanza también a los Juegos. Al menos siete constructoras implicadas en el escándalo (Odebrecht, OAS, Queiroz Galvão, Andrade Gutierrez, Camargo Corrêa, Mendes Júnior y Carioca) participan en 11 proyectos considerados esenciales para los Juegos, tanto en materia de instalaciones (Parque Olímpico de Barra o Villa Olímpica, por ejemplo) como de movilidad urbana (Línea 4 del metro). Diversos especialistas consultados por EL PAÍS opinan que, en algún momento de los próximos 18 meses, estas compañías pueden tener serias dificultades para mantener su salud financiera y el ritmo de las obras. El alcalde de la ciudad, Eduardo Paes, insiste en que hasta ahora no ha habido “ningún problema”.

TRABAJO
El COI gira y elogia las labores que criticó

 El COI ha cambiado de partitura y ahora elogia el esfuerzo brasileño, a pesar de lo cual reconoció su preocupación con la construcción del campo de golf, el velódromo y la pista de hípica. “Río está entrando en el periodo más intenso, debe celebrar 21 eventos-prueba”, afirmó su responsable de Coordinación, Nawal El Moutawakel: “Necesitan una línea agresiva para llegar a tiempo”.

El comité organizador dijo que el apoyo a los Juegos es fuerte en el país, aunque algunas iniciativas como la venta de entradas o la presentación de las mascotas oficiales han generado solo un leve entusiasmo.

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