lunes, 4 de enero de 2016

“LA MALDICIÓN DE LOS JUEGOS” Los Shubenkov

El campeón del mundo de los 110 metros vallas, Sergey Shubenkov, se entrena sin pausa y sin prestar atención a las gotas de agua filtradas por el techo de su gimnasio en la fría Siberia, como tampoco a la amenaza que pesa sobre su sueño olímpico.

En 1984, la guerra fría arruinó las esperanzas de medalla olímpica de su madre, la atleta de heptatlón Natalya Shubenkova.

Hoy, con 25 años, su hijo podría sufrir la misma suerte a causa del escándalo de dopaje en el atletismo ruso, y quedarse con las ganas de resarcirse de su decepcionante actuación en los Juegos Olímpicos de Londres-2012.

"Es como una especie de karma negativo", se lamenta Sergey Shubenkov cuando finaliza el entrenamiento en su ciudad natal de Barnaul, más cercana a Pekín que a Moscú. "No creo que se vaya a repetir la historia, pero nunca hemos estado tan cerca de esa situación".

Su participación en los Juegos de Rio no depende de él. Rusia fue suspendida por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés) de toda competición internacional a raíz del informe de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) que señalaba la existencia de una red de dopaje organizado en la Federación Rusa de Atletismo.

Rusia dispone de varios meses para hacer limpieza en su sistema antidopaje y probar que ha llevado a cabo los esfuerzos necesarios para permitir un levantamiento de su suspensión.

Al final de esta carrera contrarreloj habrá consecuencias directas en Barnaul, una ciudad de 600.000 habitantes situada a 3.600 kilómetros de la capital rusa, en la que Sergey Shubenkov se entrena en un antiguo recinto de tiro para la disciplina de biatlón, reconvertido en una pista de 60 metros.

Los Juegos del 2016 deberían ser los de la revancha para el joven atleta, eliminado en semifinales de sus primeros Juegos Olímpicos en 2012, cuando contaba con 21 años.

"Cuando decía que no me había clasificado para la final la gente me respondía 'eres joven, la próxima vez'", prosigue Shubenkov: "Así que espero que la próxima sea la buena".

Preparada en 1984

Pero esta posible nueva desilusión supone un 'deja vu' para la familia de Shubenkov: en 1984 su madre, Natalya Shubenkova, tuvo que renunciar a los Juegos Olímpicos de los Ángeles. La extinta Unión Soviética y sus aliados comunistas decidieron retirarse de la competición en respuesta al boicot occidental a los Juegos de Moscú en 1980.

"Es realmente duro decir que podría pasar dos veces en nuestra familia", lamenta la antigua campeona, de 58 años, mostrando orgullosa su armario de trofeos en su pequeño apartamento situado en el centro de Barnaul.

En su tiempo fue cinco veces campeona de la URSS, una de las mejores del mundo en su especialidad, y ostentó entre 1984 y 1990 el récord de su país en la disciplina.

En 1984, el año en el que debió renunciar a los Juegos Olímpicos, consiguió el récord de 6.854 puntos, lo que la hacía firme candidata a lograr una medalla olímpica. Pero su momento pasó, y tuvo que conformarse con el cuarto puesto en los Juegos Olímpicos de Seúl tras su medalla de plata en los campeonatos de Europa de 1986.

"Todo habría sido diferente si hubiera participado en Los Ángeles", asegura ella portando sus 14 medallas soviéticas.

"No es todo color rosa"

Sergey Shubenkov, que batió el récord nacional de los 110 metros vallas con 12 segundos y 98 centésimas, y conquistó el oro en los campeonatos del mundo de Pekín en agosto, asegura no haberse dopado nunca y haber respetado todos los controles antidopaje.

Los últimos han tenido lugar de improviso, a veces a las 6 de la mañana. "Él está presto a realizar un test antidopaje en directo por televisión", asegura su madre sonriendo.

"Los atletas rusos son regularmente suspendidos por dopaje, eso quiere decir que no todo es color rosa", admite el doble campeón de Europa. "Pero es un problema global y castigar a todo el mundo no lo va a resolver".

Una opinión que comparten numerosos atletas rusos, que estiman que el informe de la AMA que sacó el escándalo a la luz pública, ha situado a todo el país en el ojo del huracán en un contexto de tensiones geopolíticas con Occidente.

El entrenador de Shubenkov, Sergey Klevtsov, asegura que la suspensión a Rusia supone un intento de "librarse de sus adversarios".

Natalya Shubenkova, rechaza por su parte la creencia de que el dopaje ruso se basa en la mentalidad de "ganar a cualquier precio" de la época soviética, cuando había que enfrentarse a los occidentales en todos los campos.

Su primer descubrimiento del dopaje se remonta a 1988, recuerda Shubenkova, cuando el velocista canadiense Ben Johnson fue desposeído de su medalla en Seúl tras habérsele detectado esteroides anabolizantes.

"Nunca pensé en doparme", afirma señalando a su hijo: "Quería tener hijos sanos".

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