lunes, 14 de agosto de 2017

Un año después, Río está sumida en el caos



El 5 de agosto de 2016, Río de Janeiro se convirtió en el centro del mundo al organizar los primeros Juegos Olímpicos que se celebraban en América del Sur, pero un año después el recuerdo es agridulce para una ciudad asolada por la crisis económica y una inédita ola de violencia.

“Superamos todas las dificultades, crisis que ningunos Juegos celebrados antes tuvieron que enfrentar en secuencia y aun así entregamos unos Juegos alegres, que aunque no fueron perfectos fueron muy brasileños, dejaron a todo el mundo que participó contento y orgulloso”, dijo a Sputnik el portavoz del comité organizador de Río 2016, Mario Andrada.

Para Andrada, la organización de los Juegos en sí fue un éxito, más allá de lo sucedido después a su alrededor.

Las ciudades olímpicas suelen vivir una “resaca” cuando pasan los Juegos.

Pero esta ciudad brasileña tuvo que enfrentarse a dificultades desde el principio, ya que consiguió organizar el mayor evento deportivo del mundo en medio de una grave crisis económica y política, pues tuvo lugar durante el “impeachment” a la entonces presidenta Dilma Rousseff (2011-2016).

Hubo algunas “decisiones empresariales” equivocadas, observó Andrada, como el planteamiento de la Villa Olímpica, un conjunto de torres de apartamentos de lujo que, debido a la crisis que vive Brasil, apenas logró compradores y está prácticamente vacía un año después de que los mejores atletas del mundo dejaran sus cuartos.

El portavoz de Río 2016 también lamenta que los políticos hicieran promesas ligadas a los Juegos que estaban fuera de la realidad, como descontaminar el 80 por ciento de la Bahía de Guanabara, donde se desarrollaron las pruebas de vela.

Las aguas de la bahía siguen igual o peor, critican los ecologistas, que no creen que los Juegos hayan dejado ningún legado ambiental positivo.

Para Andrada, hay que separar las olimpíadas de la gestión que se hizo del legado, por lo que su balance, a pesar de que cree que algunas oportunidades podrían haberse aprovechado mejor, es positivo.

“Me gusta la definición de Thomas Bach (presidente del Comité Olímpico Internacional, COI): fueron unos Juegos maravillosos en la ciudad maravillosa”, dijo.

Pero su visión contrasta con la de muchos cariocas, escépticos de los beneficios que la Olimpiada dejó en la ciudad.

Instalaciones abandonadas

“Río está en el ojo del huracán, en un momento muy dramático, y ahora se ve claramente que aquello no tenía nada que ver con el deporte, sino con la mercantilización de la ciudad”, explicaba recientemente en un debate público la coordinadora del Instituto de Políticas Alternativas para el Cono Sur, Sandra Quintela.

Ese centro de pensamiento llevó a cabo un informe alternativo sobre el legado olímpico, según el cual los Juegos sirvieron para privatizar buena parte de la ciudad y entregarla a los empresarios.

Modernas instalaciones

El Parque Olímpico, repleto de modernas instalaciones deportivas que permanecen cerradas la mayor parte del tiempo a falta de un modelo claro de gestión.

Se gastaron 7.230 millones de reales (2.300 millones de dólares) en construir pabellones y estadios deportivos.

Concluidos los Juegos, la alcaldía planeaba entregar la zona a una concesionaria privada, pero ninguna empresa mostró interés y, ante la crisis económica que afecta al municipio, el Gobierno Federal tuvo que hacerse con el control del Parque Olímpico, sin que se haya presentado todavía un plan para el futuro de las instalaciones.

Mientras tanto, la piscina olímpica en la que se colgaba los oros el nadador Michael Phelps quedó abandonada y llena de mosquitos porque ni siquiera había dinero para desmontarla, como estaba previsto en un principio.

El pabellón de balonmano también fue efímero; sus estructuras iban a servir para construir cuatro escuelas públicas, pero el plan se quedó en la nada.

Incluso el COI regañó recientemente a las autoridades cariocas por la dejadez para gestionar la herencia olímpica.



ESCENARIO DESTRUIDO

Un recinto deportivo, situado justo al lado del estadio de Maracaná, fue destruido para dejar sitio a las operaciones logísticas de las ceremonias de apertura y clausura y hasta ahora no fue reconstruido, dejando sin lugar de entrenamiento a más de 800 niños.

La alternativa podría ser el nuevo estadio olímpico de atletismo de Engenhão, construido para los Juegos Panamericanos de 2007, pero para hacer uso de esas instalaciones hay que pagar, algo lejos del alcance de muchas familias humildes que llevaban a sus hijos a los entrenamientos de Freide. “¿Cómo es posible que un estadio que se dice olímpico no tenga un proyecto de iniciación al atletismo?”, cuestionó la deportista. Las obras que acabaron con el estadio para jóvenes atletas se hicieron con el argumento de que había que modernizar el mítico escenario del fútbol Maracaná.



EL TRISTE ESTADO EN QUE ESTÁN LAS SEDES

Un año después de los Juegos, la mayoría de los estadios están vallados, hay deudas millonarias y dos construcciones están siendo investigadas por corrupción.

Hace unos meses atrás, ante la publicación de unas fotos de las instalaciones del Parque Olímpico de Río 2016, el vicepresidente del Comité Olímpico Internacional Juan Antonio Samaranch dijo que el supuesto estado de abandono tenía truco, pues parte de las sedes estaban siendo desmontadas. Las imágenes que acompañan este reportaje, tomadas esta última semana, no tienen trampa alguna y muestran que un año después del inicio de los primeros Juegos Olímpicos de América Latina, no hay ni rastro del legado deportivo prometido. Cuando el 18 de septiembre de 2016, los Juegos Paralímpicos pusieron punto y final a la fiesta mundial del deporte, los estadios cerraron sus puertas.



ELEVADO COSTO DE MANTENIMIENTO

La construcción que provocó más dolor de cabeza a la organización fue el Velódromo. Tras incontables atrasos, quedó listo sólo un mes antes de los Juegos y no se pudo testar. Pues bien, un año más tarde, la refrigeración y limpieza de la inútil pista de ciclismo cuesta cuatro millones de euros al año. Y el pasado domingo, como guinda del pastel, se incendió parte del techo debido a la caída de un globo de cantoya que provenía de una fiesta cercana.

La Arena del Futuro, que cedió el balonmano, tenía previsto convertirse en cuatro escuelas, pero la promesa no ha salido del papel. Y el que fue escenario del segundo oro olímpico de Andy Murray en un partidazo contra Del Potro, sólo recibió durante un fin de semana un mundial de vóley y luego otro local de jiu jitsu. El resto del tiempo está cerrado.



PARQUE RADICAL DE DEODORO

El resto de sedes fuera del Parque Olímpico han corrido la misma mala fortuna. El Parque Radical de Deodoro, centro ecuestre, tiro con arco y piragüismo slalom, se transformó en piscina pública para los habitantes de esta humilde región, pero se abrió por tres meses. El polémico y exclusivo campo de golf no cumple el plan de ofrecer aulas para los niños y con suerte consigue tener una cincuentena de jugadores los fines de semana.

A orillas del famoso Pão de Açúcar, la Bahía de Guanabara sigue igual o probablemente más sucia que hace un año. Desde entonces, ya nadie se esfuerza por limpiarla ni por mantener las apariencias, pues la vela hace mucho que acabó y ya ninguna televisión filma por ahí. El espacio ya forma parte de los puntos turísticos imperdibles de la ciudad.



VILLA OLÍMPICA ABANDONADA

Andrada señaló que otro importante paquidermo es la Villa Olímpica con casi 4.000 pisos de lujo con piscinas y pistas de tenis. Los edificios están desiertos y sólo se han vendido 270 casas, que aún no son habitables porque se están reformando. Para rematar, el carril-bici que se construyó bordeando la costa de la zona oeste de Río tiene la mitad de su recorrido cortado. En abril de 2016, murieron dos personas al desprenderse un bloque de carril a causa del fuerte oleaje. Realmente, Río de Janeiro sólo tiene dos cosas positivas como legado. Una de ellas es la recuperación de un área marginal reconvertida en zona de ocio con museos y arte al aire libre llamada Porto Maravilha, que fue proyectada por el arquitecto catalán Ignasi Riera.



EL MARACANÁ SUFRE PARA SEGUIR BRILLANDO

El emblemático Maracaná hoy sufre para continuar brillando. La empresa administradora del estadio, implicada en el mayor caso de corrupción de América Latina, se negó a continuar después de los Juegos, pero a falta de otras propuestas mantiene una mínima gestión obligada por decisión judicial.

Pero el problema no termina ahí. Decenas de campeones han tenido que devolver sus medallas porque se estaban oxidando. En palabras de los especialistas, “debido a pequeños golpes fortuitos” y desde el comité “preparamos toda la logística con el COI para facilitar la reparación”, explica Andrada. Además, el comité admite que tiene un déficit de unos 40 millones de euros, principalmente con proveedores de construcciones temporales aunque “se va a lograr pagar en los próximos meses. Estamos en ello”, cuenta Mario Andrada,

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