domingo, 30 de agosto de 2015

Usain Bolt, de triplete en triplete

Cuatro tripletes en campeonatos globales y once medallas de oro, dejando escapar una sola -por su culpa- durante los últimos siete años, agotan los adjetivos para describir la trayectoria descomunal de un velocista inmisericorde con el enemigo, Usain Bolt.

La leyenda viva del atletismo logró ayer sábado su tercer oro en los Mundiales de Pekín como último relevista del cuarteto de Jamaica, que ganó la final de 4x100 con un tiempo de 37.36. Estados Unidos, que había llegado en segundo lugar, a 41 centésimas, fue descalificado por realizar el tercer cambio fuera de zona. Da igual que llegue a los grandes campeonatos en mejor o peor condición física, con alguna derrota o con una racha inmaculada de victorias. A la hora de la verdad el resultado es el mismo: siempre gana él, a menos que lo descalifiquen, como le sucedió en la final mundialista de Daegu 2011 por precipitarse en la salida. Bolt parecía en grave riesgo de perder la hegemonía mundial de la velocidad en esta segunda visita a Pekín, pero de las capas profundas de su memoria rescató escenas que asombraron al mundo en los Juegos Olímpicos del 2008, cuando arrasó por primera vez los récords mundiales de 100 (9.69, 200 (19.30) y 4x100 metros (37.10). Y no dejó que Justin Gatlin se saliera con la suya.

La medalla de oro conseguida este sábado en el relevo es la undécima que logra en Mundiales. En las estadísticas, después de esta decimoquinta edición deja ya muy atrás a Carl Lewis, el Hijo del Viento, con el que estaba empatado a ocho.

Para un tipo con la pierna izquierda un centímetro y medio más larga que la derecha, que padece escoliosis y continuas molestias en la espalda, no está nada mal. Su morfología (196 centímetros, 76 kilos) se adapta mejor al 200, su prueba predilecta, que al 100 y ha tenido que trabajar a fondo los desequilibrios de su cuerpo para alcanzar la excelencia en el esprint.

Cuando se aproximaban los Juegos Olímpicos de Londres 2012 las apuestas en 100 metros estaban niveladas entre Bolt y su compañero de entrenamientos Yohan Blake, campeón mundial el año anterior en la carrera de la descalificación de Relámpago, pero nadie osó desafiarlo en la hora suprema. Ahora el pretendiente había cambiado. En lugar del joven Blake el aspirante era un veterano de 33 años, Justin Gatlin, que había resurgido tras cuatro años “a la sombra” por dopaje y estaba consiguiendo las mejores marcas de su vida (9.74 en 100, 19.57 en 200) a una edad ciertamente avanzada para un velocista. Pero el campeón ha vuelto a vencer por fuera de combate. Bolt no ha pasado apuros en Pekín. Su momento más peligroso lo vivió el jueves, unos segundos después de la final de 200 metros, cuando un cámara que grababa la celebración del jamaicano pegado a él a bordo de un “segway” (vehículo eléctrico de dos ruedas), se fue al suelo y el biciclo embistió al Relámpago a ras de suelo, como si fuera a cargar un fardo con una carretill

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