martes, 2 de agosto de 2016

Caballos olímpicos vuelan en primera clase a los JJOO



Será un vuelo de unas 11 horas en unas condiciones excelentes. Sin bar y sin televisión en el asiento, pero en cómodos boxes individuales, acompañados por sus particulares azafatas, veterinarios, aire acondicionado y alimentos de primera categoría. Todo para que los caballos Olímpicos lleguen a Río en la mejor de las condiciones.

Más de 300 caballos competirán en los Juegos Olímpicos Rio 2016 en las tres modalidades de saltos (75 caballos y jinetes clasificados, más 15 reservas), concurso completo ecuestre (65 clasificados, 11 reservas) y Doma (60 caballos y 10 reservas), a los que se suman otros 60 animales que competirán con sus jinetes en los Juegos Paralímpicos.

Y casi todos ellos, incluso los del equipo brasileño, vendrán en avión desde Europa. Antes de volar, los caballos han de pasar 15 días de cuarentena, que casi todos pasan en cuadras en Europa lo más cerca posible del aeropuerto de Lieja (Bélgica), desde donde el 6 y el 7 de agosto despegarán dos vuelos con 60 caballos cada uno.

Los animales viajan en pequeños establos individuales de 3,5 x 2,5 metros, con protecciones en la patas, y acompañados por un veterinario y un mozo en todo momento. “Para los caballos es menos traumático el viaje en avión que en camión, que es como se desplazan habitualmente cuando están en Europa.

Viajan cómodos, seguros y con todas las facilidades”, explica Eduardo Álvarez Aznar, jinete del equipo español de saltos que competirá en Rio 2016 junto a Rockefeller, su caballo. No es para menos.

Los caballos son considerados también atletas de alto rendimiento en los Juegos Olímpicos; y, además de pasar controles veterinarios, de dopaje y tener su propio pasaporte y acreditación, su comida se cuida al detalle. En el avión hay suministro de heno suficiente para todos los caballos, y con los animales viaja un veterinario y un mozo de cuadra por cada país.

“Cada caballo, que pesa unos 540 kilos, come cinco kilos de pienso y ocho kilos de forraje diario. Y toda la comida y las vitaminas de cada animal tenemos que llevarla a Río. En mi caso, como el pienso que comía habitualmente Rockefeller no se distribuye en Brasil, le cambiamos la alimentación hace tres meses y está ya habituado al que tomará en los Juegos”, explica Álvarez.

En el mismo avión viajará también el pienso y los aperos de cada caballo. “Yo llevo unos 800 kilos”, dice el jinete, que volará a Río el día anterior para estar allí cuando aterrice su compañero Rockefeller. También está ya en Deodoro los 8 kilos de heno por caballo diarios que la Federación Internacional de Hípica (FEI) ha adquirido en Estados Unidos y trasladado por camión a Brasil.

Aunque los caballos llegan ligeramente estresados y cansados después del viaje, la mayoría de ellos ya están acostumbrados a volar, ya que lo hacen para participar en competiciones en Emiratos Árabes Unidos, Hong Kong o Estados Unidos.

La gran mayoría de los jinetes y sus caballos residen habitualmente en Europa, donde se hacen buena parte de las competiciones y donde los desplazamientos se hacen por carretera. Por eso para viajar a Brasil, casi todos los caballos llegarán por aire.

Una vez en la ciudad carioca, en el mismo aeropuerto los veterinarios de Rio 2016 asignan a cada caballo su dorsal identificativo, una suerte de acreditación que deberá llevar visible en todo momento cuando salga de la cuadra, y que es lo que permite saber todo sobre el animal: su fisionomía, su pasado en competición, su tipo de alimentación o hasta cuándo tiene cita con el fisioterapeuta.

Porque los caballos olímpicos además de veterinarios y mozos de cuadras, cuentan con un servicio de fisioterapia para que se recuperen lo mejor posible y rindan mejor. En el Centro Olímpico Ecuestre de Deodoro, sede de las pruebas de Hípica, ya está todo listo para la llegada de sus huéspedes.

La competición de concurso completo ecuestre se celebra del 6 al 9 de agosto, el adiestramiento del 10 al 15 de agosto, y los saltos del 14 al 19 de agosto.


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