jueves, 4 de agosto de 2016

1960: nace la leyenda de Cassius Clay

Los Juegos de 1960 se disputaron en Roma, del 25 de agosto al 11 de septiembre. Fue el verdadero estreno de los Juegos en la televisión (20 países recibieron la transmisión). Fue también el inicio del dopaje, con la muerte de un ciclista danés víctima de una sobredosis de anfetaminas. Sudáfrica hizo su última aparición antes de ser expulsada durante 32 años a causa de su política de apartheid. Gracias a la televisión, los campeones se convirtieron en estrellas: el boxeador estadounidense Cassius Clay, futuro Mohamed Ali; el maratoniano etíope de los pies descalzos Abebe Bikila, primer africano negro campeón olímpico; y la gacela norteamericana del sprint Wilma Rudolph.

Tras varios intentos fallidos, Roma se convirtió por fin en sede olímpica en 1960. Pese a que fue la que enterró los Juegos clásicos, hizo lo posible por unirlos a su propia antigüedad clásica. Así, junto a varias instalaciones innovadoras, se habilitaron edificios romanos como las Termas de Caracalla, sede de gimnasia, o la Basílica de Majencio, para lucha. El papa Juan XXIII recibió a los participantes de la cita que vio el nacimiento de la joven estrella del boxeo, el estadounidense Cassius Clay.

Haber sido elegida sede de los Juegos Olímpicos nunca fue tan importante para una ciudad como lo fue para Roma. Y lo fue no solamente por las competiciones o por el creciente interés mundial por el deporte.

Los principales argumentos para que Roma fuese sede de los Juegos tuvieron orígenes históricos. En la Antigüedad los griegos crearon los Juegos y los romanos cuando dominaron Grecia, transformaron la competición en un grotesco circo de barbaries. El emperador Teodosio I, para aliviar su conciencia, terminó con los Juegos en el año 394 de nuestra era.

La televisión

Pero lo que sin duda contribuyó a propagar la universalidad de los Juegos fue la televisión: por primera vez, las cadenas europeas transmitieron en directo las distintas competiciones. A esta cita olímpica acudieron 5.348 atletas (cifra récord de participación hasta ese momento) que representaron a un total de 83 naciones.

Las 150 pruebas de los 17 deportes oficiales se desarrollaron entre el 25 de agosto y el 11 de septiembre.

La Gacela Negra y África, en escena

En estos Juegos, las marcas olímpicas se batieron a placer y más de un récord mundial también quedó pulverizado; aunque el más significativo fue sin duda el de salto de longitud. Jesse Owens poseía la mejor marca en esta especialidad desde Berlín 1936 con 8,06 metros. 24 años después, su compatriota Ralph Boston superó ese récord en seis centímetros.

Mientras tanto, África se consagró como el continente del futuro en las distancias largas en atletismo. El hombre que encarnó este despertar fue Abebe Bikila, un soldado etíope, que se impuso en la maratón después de haber recorrido descalzo los 42 kilómetros sobre viejas losas imperiales.

También fue la segunda vez consecutiva que la entonces Unión Soviética iba a liderar el medallero al término de los Juegos. En los 100 metros ganó el alemán Armin Harry famoso por su poder de reacción en las salidas, y por ser el primer ser humano que corrió la distancia en 10 segundos, con lo cual se rompió una racha de 32 años.
Una de las figuras de estos Juegos fue la velocista norteamericana Wilma Rudolph, apodada Gacela Negra. En su niñez había padecido una parálisis en la pierna izquierda, que la había postrado en la cama durante años.

Esta atleta ganó los 100 metros (igualando el récord del mundo en semifinales), los 200 y con su equipo el relevo 4 x 100. En total, tres medallas de oro.

En la competición de gimnasia femenina, el dominio de las soviéticas fue total. Su gimnasta más destacada fue Larrisa Latynina, quien consiguió tres medallas de oro (individual, competencia en el piso y aparatos).

Nace la leyenda de Cassius Clay

Roma 1960 vio el nacimiento deportivo de una estrella mundial del boxeo: Cassius Clay, quien con 18 años de edad, cordial, simpático y platicador asombró al público cuando se alzó con el título olímpico de los semipesados; y que años más adelante abrazaría el islam, con lo cual cambiaría de nombre, por uno que será recordado gloriosamente en el ámbito pugilístico como uno de los grandes campeones mundiales de todos los tiempos: Mohamed Alí.

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