lunes, 25 de julio de 2016

A 11 días de la inauguración, continúan las preocupaciones



A 11 días de que la antorcha olímpica se encienda en el pebetero de Río de Janeiro, Brasil atraviesa una de sus peores crisis en 80 años. Por ello, todavía se habla de obras inconclusas, recortes sociales que vive la población, algunas sedes contaminadas, como en el caso de la vela, inseguridad ciudadana, reducción de presupuesto, escasa venta de entradas y el estado de calamidad declarado por las autoridades.

Con dos presidentes en Brasilia, la peor recesión económica y el estado de Río de Janeiro casi en quiebra, el ambiente en la primera ciudad de Sudamérica en acoger los Juegos Olímpicos no es de fiesta.

Bajo el sol invernal de la playa de Copacabana, con clementes 23°C a media mañana, un guardavida observa escéptico el ajetreo de decenas de obreros que trabajan día y noche en el estadio olímpico de voleiplaya, aún inconcluso.

Los problemas en torno a las obras de esta monumental estructura de caños metálicos erguida sobre la arena, alta como un edificio de siete pisos, simbolizan el desafío de organizar los Juegos Olímpicos en Río, una ciudad tan caótica como deslumbrante, donde la pobreza golpea en los ojos a todo momento.

Primero las obras fueron suspendidas por falta de permisos ambientales. Luego, las fuertes olas dañaron la base de la estructura, por lo cual debió construirse un muro de unos 300 metros de largo para protegerla. Pero el mar lo lame sin cesar, y unas máquinas excavadoras encaran incansablemente, como Sísifo, la tarea de mantenerlo en pie. Después, el cuerpo descuartizado de una mujer fue hallado a unos metros.

Los organizadores de Río-2016 auguran unos Juegos “increíbles” del 5 al 21 de agosto, cuando la ciudad reciba a más de 10.000 deportistas y medio millón de turistas del mundo entero. Pero aún falta mucho por trabajo por hacer.

El estado de Río de Janeiro decretó, el pasado mes, el “estado de calamidad pública” por una crisis económica que amenaza con colapsar servicios esenciales como la seguridad o la salud.

“La referida crisis viene impidiendo al Estado de Río de Janeiro honrar con sus compromisos para la realización de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos Río 2016”, señala el decreto del gobernador estatal interino Francisco Dornelles, publicado en el Diario Oficial estatal.

Según economistas, en la práctica el decreto implica que el gobierno de Río puede adoptar medidas extraordinarias como cortar gastos, definir qué deudas paga y cuáles no, y acudir al Gobierno federal en busca recursos.

Río precisó unos 146 millones de dólares para concluir las obras, una suma elevada cuando enfrenta un déficit equivalente a unos 5.560 millones.



"BONITO PARA LOS EXTRANJEROS"

“Los Juegos Olímpicos absorben dinero que podría ser gastado para mejorar la vida de la población de Río, en vez de invertir en maquillaje para que todo quede bonito”, lamentó Felipe, un salvavidas de 32 años que vigila a los bañistas frente al estadio olímpico.

“Sería bonito si viviésemos en otra realidad. Pero la realidad es que falta mucho por hacer, falta inversión para que jóvenes de las periferias puedan tener un futuro mejor. Y mientras, se gobierna para una élite que vive en la zona sur, en Barra (da Tijuca, donde está situado el cuartel general de los Juegos), para que esto quede higienizado, sin pobres, bonito para los extranjeros”, insistió el guardavidas, que está recibiendo su salario en cuotas porque las arcas públicas están vacías.

“Certificado de muerte olímpico: aquí yace Río de Janeiro”, decía el cartel de un manifestante en una protesta de profesores que la semana pasada exigía el pago de sueldos atrasados y que terminó en el enfrentamiento de un grupo de infiltrados con la Policía.



UNA CIUDAD VIOLENTA

A días para el comienzo de los Juegos Olímpicos Río 2016 y los índices de criminalidad suben de forma alarmante en el estado anfitrión del evento.

Sólo en mayo se denunciaron 9.968 robos de calle, 42,9 por ciento más que el mismo mes del año anterior, indicó el Instituto de Seguridad Pública (ISP), vinculado al gobierno estatal de Río.

Hubo 2.083 homicidios dolosos en el estado de Río entre enero y mayo, un aumento de 13,6 por ciento respecto al mismo período de 2015.

Hasta un vehículo de la Fuerza Nacional, una unidad policial de élite que protegerá los Juegos, fue atacado a tiros cuando transitaba por la avenida Brasil, una de las principales arterias de la ciudad. Más de 13 personas por día fueron asesinadas en el estado de Río de enero a mayo, 14 por ciento más que en el mismo periodo de 2015. Y la brutalidad policial es un hecho: la policía de Río mató a 645 personas en 2015, y a más de 8.000 en una década.

Por eso, la presencia de las fuerzas del orden durante los Juegos será apabullante: 85.000 policías y soldados patrullarán las calles, más del doble que en Londres 2012.

En cuanto a la posibilidad de un ataque terrorista, una inquietud en alza tras los atentados del grupo Estado Islámico en Estambul, Bagdad y Dacca, el Gobierno la estima como mínima. “Bienvenidos al infierno”, decía en inglés una pancarta que desplegó un grupo de policías en el aeropuerto internacional de Río en reclamo de sueldos atrasados. “Policías y bomberos no cobran, quien venga a Río de Janeiro no estará seguro”.

Sólo en la última semana de junio, murió baleado en un asalto un policía del equipo de seguridad del propio alcalde de Río, Eduardo Paes, y un cadáver mutilado apareció en la playa de Copacabana, cerca de donde habrá competencias olímpicas de voleibol.

Además, una médico que conducía su auto fue asesinada de un tiro en la cabeza en la zona norte de la ciudad. La Policía investiga si sufrió una ejecución o un asalto, con menos suerte que Anna Paula Cotta, atleta de tiro deportivo de Brasil que recibió un impacto de bala en la cabeza.



ALCALDE PREOCUPADO

“Todo” preocupa al Alcalde de Río a dos semanas del inicio de los Juegos Olímpicos, pero Eduardo Paes espera un evento “increíble” que festejará el último día “tomando un trago” al ritmo de samba.

P: ¿Qué le preocupa más en vísperas de los Juegos, la nueva línea del metro atrasada, la bahía contaminada, la seguridad?

R: Todo me preocupa y estoy atento a todo. Los Juegos Olímpicos son un evento muy complejo y muchas cosas pasan al mismo tiempo en la ciudad. Los problemas de hoy no son los problemas de mañana y a veces son recurrentes, pero las cosas avanzan en el buen sentido. Estoy seguro de que será una Olimpíada increíble.

El metro será entregado el 1 de agosto. La limpieza de la bahía es uno de los pocos objetivos que no fue alcanzado. El Estado regional (y no la Alcaldía) debía descontaminarla en 80 por ciento y alcanzaron de 50 por ciento a 55 por ciento. No es lo ideal pero avanzamos.

En cuanto a la seguridad siempre dije que no tenía inquietudes. Tenemos experiencia en la organización de grandes eventos. La violencia es un problema de Río, no a causa de las Olimpíadas, sino porque la ciudad es violenta y sigue siéndolo. Tengo prisa de que comiencen y prisa de que terminen también, de llegar a la clausura en el Maracaná cuando el Alcalde entra en el gramado y devuelve la bandera, en este caso al Alcalde de Tokio, donde tendrán lugar los próximos Juegos. ¡Después me voy a tomar un trago, escuchar samba y beber cerveza!

P: Usted dice que estos son unos Juegos Olímpicos baratos. ¿Cuál es el secreto y de qué está más orgulloso y menos orgulloso en cuanto a la preparación?

R: Hicimos cosas simples. Los Juegos Olímpicos de Río no tienen ningún estadio realizado por grandes arquitectos de renombre internacional. Son arenas funcionales, simples y bellas. Aquí, con el paisaje de la ciudad, no precisamos construcciones grandiosas. Las arenas deben fundirse con el paisaje y no hacerle competencia.

Las Olimpíadas fueron un gran catalizador de transformaciones: la red hotelera se duplicó, tenemos mejores infraestructuras para recibir a los turistas, la ciudad es más internacional. Se ha tornado una ciudad más justa donde las personas se desplazan más fácilmente. Hubo muchas inversiones y ganó en calidad de vida, pero aún hay grandes desafíos a superar.



ZIKA Y DESEMPLEO

El virus del Zika, transmitido por mosquitos y vinculado a malformaciones en recién nacidos, preocupa más a atletas y turistas que llegarán a Río munidos de repelente. Sin embargo, las autoridades insisten en que el riesgo de contagio cae casi a cero en el invierno austral. Para los miles que trabajan en las obras, la preocupación es otra: qué harán cuando tras los Juegos pasen a engrosar la lista de 11,4 millones de desempleados brasileños.

Uno de ellos es Hermeson Oliveira, que viste casco y unos Rayban falsos y amarillos en medio del estadio de voleiplaya. “Después de los Juegos, sólo Jesús sabe. Los políticos roban en Brasilia y nosotros pagamos el pato”.


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