miércoles, 27 de julio de 2016

Comité Olímpico de Río 2016 está ante un gran desafío

Si los golfistas perciben el aroma de orina de perro en el campo de golf mientras compiten en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, no deberían alarmarse. Los organizadores de los Juegos de Río 2016 han estado batallando contra una invasión de capibaras –gigantes roedores herbívoros nativos de América del Sur– provenientes de una reserva natural cercana. Descubrieron que lo único que temían estos herbívoros era el perro mascota del campo de golf. Por lo tanto, los organizadores de Río 2016 recolectaron su orina y la rociaron en el perímetro del campo, poniendo fin a la invasión de los capibaras. Aunque la tarea de convencer a un canino a orinar en un recipiente no es un cargo típico de un comité olímpico, sí demuestra la impresionante gama de problemas que han surgido durante la coordinación de uno de los eventos más complejos del mundo en una de sus ciudades más caóticas. Mientras que el gobierno estatal de Río ha sido criticado por temas que abarcan desde la mala calidad del agua en los eventos acuáticos hasta las demoras en finalizar una importante estación del metro, el comité organizador de las Olimpiadas, el cual está a cargo de la implementación de los juegos, se ha enfrentado a otro tipo de retos. Uno de los cargos más importantes del comité es alimentar a los 15.000 competidores en la aldea de los atletas, los cuales se espera que consuman 60.000 comidas al día preparadas por 300 chefs en una tienda de campaña de tamaño suficiente para acomodar a dos aviones jumbo. Por razones de seguridad, todos los alimentos deben pasar por una instalación de inspección de alimentos antes de que puedan ser enviados a la aldea. Esto incluye comidas para atletas de diferentes culturas, como los equipos de China e India, los cuales van a traer sus propios ingredientes del extranjero. La creciente amenaza del terrorismo mundial ha creado aún más complicaciones, aumentando la necesidad de una verificación de seguridad más exhaustiva de todos los que entran en las instalaciones olímpicas, incluyendo repartidores y mensajeros. El comité organizador ha acreditado a 200.000 personas hasta el momento, todos los cuales han sido sometidos a una investigación de antecedentes. También hay que lidiar con los periodistas que cubrirán el evento, 25.000 acreditados y 7.000 no acreditados. La transportación para periodistas, funcionarios y otros será proporcionada por una flota de 1.200 autobuses. Todo esto se debe lograr cumpliendo con el presupuesto de 7,4 mil millones de reales (2,2 mil millones de dólares) manejado por Rodrigo Tostes, director de operaciones de Río 2016. El comité organizador de Río 2016, cuya financiación proviene del Comité Olímpico Internacional, los patrocinios, la venta de boletos y otras fuentes del sector privado, se ha visto forzado a ignorar “lo que quisiéramos” y a concentrarse en “lo que realmente hace falta”, dijo el Sr. Tostes. Motivar a la fuerza laboral de más de 60.000 voluntarios y 7.000 funcionarios asalariados también es un reto, especialmente debido a la atmósfera negativa que impera en el país. El público ha cuestionado si éste era un momento apropiado para ser sede de las Olimpiadas, dado el estado del país: la recesión económica, las acusaciones de corrupción de los funcionarios públicos y la suspensión de la presidenta Dilma Rousseff mientras espera un juicio político. Para inspirar a sus trabajadores, el Sr. Tostes ha apelado a su sentido de orgullo de participar en las primeras Olimpiadas celebradas en América del Sur, un evento que, si sale bien, será recordado durante generaciones.

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